lunes, 20 de noviembre de 2000

Acho festeja retorno de la democracia


Aficionados obligan a retirarse a tránsfuga Luis Cáceres


Crónica de César Terán Vega publicada en el diario La República el lunes 20 de noviembre de 2000


El sol de la democracia volvió a brillar intensamente ayer en la bicentenaria plaza taurina de Acho. El Himno Nacional fue entonado con fervor, a todo pulmón, por unos 8,000 aficionados que se habían instalado en los tendidos de sol y sombra para disfrutar de la cuarta corrida de abono de la feria del Señor de los Milagros.



Nadie dio la primera voz. No hubo ninguna consigna ni un acuerdo previo. A las 3:30 de la tarde, la terna española conformada por Finito de Córdoba, José Pacheco 'El Califa, y Miguel Abellán habían partido plaza y realizado el vistoso paseíllo, al son de la música y bajo un sol que reverberaba de esperanza en el legendario coso.

Todos esperaban una buena tarde de toros, pero un solo comentario se extendía en la tarde como el vasto rumor del viento que agita una arboleda. Pocas horas antes se había conocido la gran noticia que todos esperaban. Alberto Fujimori, principal responsable de diez años de corrupción, pobreza, recesión y desempleo, había renunciado desde su remoto país ancestral.

Antes de que saliera el primer toro, el público de sol se puso de pie como un solo hombre y se alzaron al cielo las notas de la primera estrofa: ¡Somos libres…! Casi al mismo instante hicieron lo mismo los espectadores de los tendidos de sombra y se aunaron a la explosión patriótica: …¡Seámoslo siempre…!

Los toreros y sus cuadrillas venidas desde España. Los turistas que también participaban de la fiesta, se quedaron absortos, asombrados, por aquella formidable expresión de patriotismo que reflejaba el estado de ánimo de nuestro pueblo, tan castigado y agobiado por la profunda crisis en la que nos deja el fujimorismo.

Muchos aficionados entonaban nuestro himno con la mano a la altura del corazón y otros crispaban los puños rebeldes muy en alto. Entre los participantes de tan significativa manifestación democrática estaban el ex presidente Fernando Belaúnde Terry, el alcalde de Lima, Alberto Andrade Carmona, y diversos líderes políticos de la oposición como el congresista de Perú Posible -muy conocido en los medios taurinos- Marcial Ayaypoma Alvarado.

SIN SANGRE EN LA CARA
¡Viva el Perú! ¡Viva la democracia! ¡Apresen a los corruptos!, gritaba la muchedumbre, en medio de ensordecedores aplausos. De pronto los aficionados del tendido N°10 de sol advirtieron la presencia intolerable del congresista tránsfuga Luis Cáceres Velásquez.

Entonces se produjo una de las rechiflas más sonoras que se recuerde en Acho. Finito de Córdoba instrumentaba los primeros lances de su buena faena, pero el público exigía a gritos que Cáceres abandonara la plaza.

El controvertido personaje denostaba y blandía los puños amenazantes a los que le increpaban su falta de ética en el congreso nacional. ¡No tienes sangre en la cara!, ¡Fuera, tránsfuga!, le gritaban hasta que un aficionado causó la hilaridad de todos los asistentes cuando reclamó ¡banderillas negras para ese sinvergüenza!

Disimuladamente, Cáceres se puso una casaca negra y una gorra blanca para tratar de pasar inadvertido, arriba de los tendidos junto a la banda de música. Muchos recordaron que hace años, cuando el mismo Cáceres postuló sin éxito e la alcaldía de Lima, en aquel mismo escenario taurino, tuvo la ocurrencia de sobornar al director de la banda de música para que interpretara un carnaval arequipeño en vez de la criollísima y tradicional marinera que se toca después del cuarto toro.

Allí también se ganó una rechifla tremenda. Días después en las ánforas sufrió una verdadera catástrofe electoral. Pero no aprende ni nunca aprenderá.

Abajo, en una cómoda localidad de barrera, en sombra, Francisco Acosta Sánchez, el actual presidente del mutilado Tribunal Constitucional, cuya gestión ya llega a su fin con la reposición de los tres magistrados destituidos por la dictadura, lucía con un grupo de amigos muy alegre por los efluvios dionisiacos de una buena época que ya se le va. Así termina este régimen, en el basurero de la historia.

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