jueves, 3 de diciembre de 2009

José Tomás, el torero inmóvil

Lima espera impaciente al Monstruo de Galapagar

- Artículo publicado hoy por Tauromaquias en el diario El Men

Pocos toreros han despertado tanta expectativa en Lima, en la historia de la tauromaquia peruana, como sucede ahora con el español José Tomás, el espada inmóvil, impávido, que ha logrado sintetizar y colegir el toreo clásico, profundo y pinturero, con el valor casi suicida de entrar en el terreno del toro y permanecer allí, sin ceder un palmo, librado a la magia y fortaleza de su muleta.

En las postrimerías del siglo XIX, las viejas crónicas nos relatan las hazañas del “Maestro” Ángel Valdez, moreno matador peruano, que tenía un estoque de leyenda, infalible. Una placa de bronce, en alto relieve, perenniza su memoria en los extramuros de nuestra romántica plaza de Acho.




A comienzos del siglo XX vino con gran suceso el inmortal Joselito, un torero español dueño de un clasicismo depurado y un carisma irresistible. Toda una leyenda.
En esa época se disputaba la gloria con Juan Belmonte, otro mito, el “Pasmo de Triana”, quien toreó en Lima poco después del primero. Ambos dejaron honda huella de sus magníficos pero dispares estilos.


El mito y la leyenda

En ese entonces el mundo taurino estaba dividido en dos corrientes: la que idolatraba el arte y la destreza sutil de Joselito y la de los belmontistas, que admiraban los lances de espanto de Belmonte, acortando al máximo las distancias con el toro. Un auténtico revolucionario del arte de Cúchares.

Joselito murió poco tiempo después de presentarse en Lima, en la plaza de Talavera de la Reina, España, en las astas del toro “Bailaor”. Los dos ídolos fueron protagonistas de la Edad de Oro del toreo.

Posteriormente, en 1945, partió plaza en la arena de Acho, Manuel Rodríguez Sánchez 'Manolete', 'El Califa de Córdoba', otro hito de la tauromaquia mundial, quien también muriera en 1947 en la plaza española de Linares, al entrar a matar al toro deMiura 'Islero'.


Heredero de glorias

Tomás aparece a los finales del siglo anterior, cuando ya despuntaba el alba de un nuevo amanecer de la tauromaquia, en medio de una fuerte competencia con nuevas y precoces figuras como Enrique Ponce, ‘El Juli’, César Rincón, y, más recientemente, Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera, José María Manzanares, hijo, y otros.

Tomás actuó por última vez en Lima en 2001. Ya entonces deslumbraba con sus hondos y profundos naturales, cada vez más perfectos. De allí a este momento ha evolucionado una enormidad y hoy es considerado la nueva leyenda de la tauromaquia de todos los tiempos.

Sin embargo, también tiene sus detractores. Su propia personalidad, hermética, misteriosa, ha encendido la polémica. A los que le contraponen las hazañas y el estilo clásico y magistral de Enrique Ponce, José Tomás les contestó el año pasado: “Yo me paro donde Ponce pone la muleta”.

Tomás, nacido en Galapagar, Madrid, el 20 de agosto de 1975, tiene en su haber numerosos trofeos y triunfos y también muchas cornadas.

Ha salido ocho veces por la puerta grande de Las Ventas de Madrid, una como novillero y las demás como matador. Se retiró en medio de críticas y fracasos en 2002 y volvió con gloria en 2007.

Torea poco y con ganado seleccionado por él mismo. Este año ha triunfado glamorosamente en la plaza de Barcelona, a la cual ha denominado su “plaza talismán”.

Este domingo 6 Tomás tiene una cita histórica con la afición peruana en Acho. Alternará con Miguel Ángel Perera, quien se las trae y, seguramente, lo “apretará”. Completa la terna Finito de Córdoba. Toros peruanos de Roberto Puga.



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