lunes, 7 de noviembre de 2011

Antoñete, Angelillo y Céspedes… el silencio de Acho

 Por César Terán Vega

Si este domingo de feria hubiésemos tenido una máquina del tiempo, capaz de resucitar leyendas y unir generaciones, a ese banderillero de lujo Ángel Solimano Sardi ‘Angelillo’, le hubiera encantado poner los rehiletes a los toros de su paisano Carlos Ramírez Camargo ‘Morenito de Canta’, quien ayer tuvo una tarde de ensueño en la legendaria arena de Acho.

Por feliz coincidencia, ambos nacieron en la ciudad andina de Canta. El primero en 1917 y nuestro novillero triunfador en 1989.

Cuando ya la terna de novilleros había partido plaza en pleno paseíllo, se tocó a silencio a la memoria de tres glorias de la tauromaquia, quienes pasearon su calidad y valor en el ruedo de la Catedral del Toreo en América: el madrileño Antonio Chenel Albadalejo ‘Antoñete’, Francisco ‘Paco’ Céspedes Chirinos y el propio Angelillo, los tres fallecidos en el curso de este año.

Minuto de silencio ayer en Acho (Foto: Susana Aysanoa)

La multitud enmudeció. Aficionados, músicos, toreros, empresarios, periodistas, camarógrafos, fotógrafos, todos de pie, unieron reverentes y nostálgicos una sola y profunda plegaria sin palabra alguna. Fue un mitin pletórico de recuerdos profundos que gritaban silentes desde el fondo del espíritu y de los contritos corazones.

Acho es una plaza mágica y en el planeta de los toros, en las Europas y en América, son famosos sus impresionantes silencios, como el que se impuso por un minuto este domingo.

En este albero que ya va camino de cumplir las tres centurias, como en pocas plazas en el mundo, la afición suele observar un mutismo absoluto a la hora de la suerte suprema, para luego estallar en algarabía y ovaciones o para hacer escuchar con fuerza sus pitos y protestas.

En el fugaz pero hondo silencio que hoy comentamos, cruzó en el recuerdo de los aficionados, la tarde del domingo 11 de noviembre de 1984, cuando Anoñete le cortó las dos orejas a un toro de El Pinar y salió a hombros por la puerta grande luego de alternar con Curro Vásquez (ovación y silencio) y José María Manzanares (palmas y palmas).


Dos semanas después, el diestro del mechón blanco toreó por última vez en Acho y ante sus tres enemigos, en un mano a mano con su compatriota Antonio José Galán, mostró destellos de su maestría.


El albero de nuestra amada Plaza Rosada, también fue testigo del valor y la casta torera de Paco Céspedes Chirinos, el valiente torero chiclayano, quien, junto con Adolfo Rojas ‘El Nene’, bordó con ilusión taurina mi alma de niño allá en la Feria de San Juan de Chota.

Paco Céspedes en Acho 1960 (Foto: Dinastiacespedes.com)

Y que podemos decir del elegantísimo banderillero Angelillo sapiente contertulio de inolvidables noches de bohemia, quién llenó con su luz toda una época, actuando con las más grandes figuras de los 40 y los 50, haciendo paralelo con su hermano Chatillo y escapándose a El Potao, para dar rienda suelta a su afición de futbolista, donde era conocido como Nonem.

Luz eterna para estos tres ángeles de le ruedos y tendidos. Que jamás dejen de alumbrar nuestro camino.

Angelillo (el tercer torero desde la izquierda) en Acho. En la imagen también aparece su hermano Chatillo (Foto: Zapata).

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