lunes, 22 de septiembre de 2014

Qué prefieres


Esta de moda decir -porque siempre ha sido fácil repetir lo que cree la mayoría sin cuestionar primero- que el toro bravo no merece vivir a todo pasto y libre hasta adulto para morir en la plaza, en una feria taurina.

En Latinoamérica, las ONGs animalistas anglosajonas se han cansado de alegar que las corridas son una costumbre foránea en extinción, sin que éstas se extingan y hace siglos convocan a diario a miles de aficionados en cinco países del nuevo mundo.

Ahora hacen lobby, pactan con alcaldes y pagan activistas para prohibir los festejos taurinos en los congresos o abolirlos en las urnas. Pocos saben que el interés de estás organizaciones es quedarse con millones de hectáreas, en las que se cría el ganado bravo, en campos ecológicos donde el depredador humano no se atreve a meter sus narices.


Prohibamos pues de una vez por todas, derrotemos, cortemos bienintencionados la torta para las cuentas doradas de las dueñas de Peta y Animanaturalis. Y cuando todo esté consumado demolamos monumentos históricos, repartamos los bienes.

Mandemos a los seis toros que iban a matar los toreros una tarde, junto a los millones que sacrificamos a diario, a vivir solo dos años hacinados y al degolladero, a morir tras horas de hacer cola en una fría manga metálica, corneándose entre ellos, escuchando estertores, oliendo la sangre y viendo como caen antes que él sus hermanos; eso sí, en privado, nosotros no matamos por placer, lo hacemos por necesidad... por necesidad de satisfacer nuestra gula y larvar nuestro cáncer.

Pero antes desfoguemos nuestras iras y frustraciones, golpeemos, rompamos el tabique de un novillero, llamemos a gritos sádicos y asesinos a quienes prefieran la muerte pública que además genera arte, empleo, turismo... sociológica cultura.

Y no le preguntemos a este bello animal cuál de las dos muertes prefiere. No se le vaya a ocurrir optar por morir en media hora, echando por tierra picador y caballo, sacándole un ojo de su órbita a un diestro banderillero o buscando con bravura el pecho elusivo de un sucesor de Paquirri.

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