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domingo, 27 de octubre de 2013

Fernando Roca Rey toreará en Quito, Ecuador

Carteles de toros y toreros por el Centenario de la alternativa de Belmonte  


sábado, 2 de mayo de 2009

La muerte se viste de luces [VIDEO]


Un viernes 1º de mayo ocurrió la trágica muerte del gran banderillero español Manolo Montoliú en la Feria de Sevilla de 1992, víctima de una terrible cornada que le partió el corazón. Reproducimos aquí el artículo que con ese triste motivo publicamos en el diario La República el 10 de mayo de ese mismo año. Aquí también podrán ver el video del infortunado trance.


Escribe César Terán Vega

Los que más se exponen son los modestos banderilleros y los peones de brega. Para unos es un accidente de trabajo, para otros es el precio de la gloria, y para los detractores de la Fiesta Brava es la manifestación de un espectáculo bárbaro e irracional

El viernes 1º de mayo el satélite nos trajo las imágenes sobrecogedoras de la cornada fatal que sufrió en la plaza de la Maestranza de Sevilla el banderillero español José Manuel Calvo Bonichón, más conocido en los ruedos como Manolo Montoliú. Esta tragedia devolvió a la actualidad ese ingrediente que hace del toreo un espectáculo tan distinto y controvertido: la muerte.

Muerte de Manolo Montoliú
TERRORÍFICO. Preciso instante de la mortal cornada que sufrió Manolo Montoliú en la Maestranza de Sevilla. Nótese el par bien señalado un segundo antes por Manolo, "como en una peseta".

Nadie la desea, ni el público, ni el empresario, ni el ganadero, menos el torero, pero está allí, en el ruedo, como una sombra cierta.

Agazapada y acechante en los afilados pitones del toro, en el vuelo mágico de capotes y muletas, en cada lance que armonizan el hombre y la fiera, cual fino y grácil ballet de mariposas...

Desde tiempo inmemorial, ríos de sangre han corrido por los ruedos de Europa y América, pero esta cuota no siempre es entregada por el toro. Pese a la falta de una estadística americana, los entendidos estiman que, en este siglo, han muerto en las astas de un toro unos 350 toreros, en las plazas de España y en otros países en los que la tauromaquia sigue siendo una pasión de masas.

El Soro y manzanares cargan féretro de Manolo Montoliú
EL SORO Y JOSÉ MARI MANZANARES. Los dos maestros en llanto, cargan los restos del entrañable banderillero Montoliú.

De 300 toreros muertos en plena faena en los ruedos de España, solamente 55 fueron matadores, es decir el 18% por ciento. El resto está conformado por modestos banderilleros y peones de brega, aquellos llamados "toreros de plata" que tienen que aplacar su pasión taurina cumpliendo los roles secundarios de la fiesta.

Los duros percances que sufre un torero frente al astado son interpretados desde puntos de vista diferentes, según la reacción anímica del espectador ante una corrida de toros de lidia.

Para el torero profesional que hace de este rito formidable un medio de vida, es un accidente de trabajo aceptado de antemano por estos incomparables gladiadores.

Para quienes abrazan el toreo como una pasión y como un arte, para aquéllos que asumen en cada tarde el desafío consciente de la muerte, buscando acercarse cada vez más a la perfección y a la maestría, el encuentro con una cornada mortal no es sino el precio de la gloria.

Este carísimo precio puede saldarse en cualquier instante, aunque siempre se espera burlarlo hasta el infinito.

En cambio, para los detractores de la Fiesta, aquellos defensores de los animales o enemigos de la violencia, la muerte de un torero a consecuencia del ataque de la bestia, no es sino la expresión absurda de un espectáculo repulsivo y salvaje, impropio de una sociedad civilizada.

Paradójicamente, casi siempre los más diestros y arriesgados, aquellos elegidos que cosechan aplausos y admiración de los tendidos, son los que más se exponen a encontrar la muerte en su cotidiano desafío con el toro.

Los tratados de tauromaquia han registrado aquella paradoja, pero no es una regla; la tragedia siempre cubre de luto las más alegres plazas en forma sorpresiva, cuando menos se la espera.

Muerte de José Cubero El Yiyo
MUERTE DE EL YIYO. José Cubero suspendido en el aire cuando ya la vida se le iba como un río de sangre a sus 19 años.

Allí están los destinos dispares de dos fenómenos españoles del apasionante Arte de Cúchares: el gran Joselito y el -monstruo- Belmonte.

El primero apareció como una luz que deslumbró toda una época de oro de la tauromaquia mundial a principios de siglo.

Un maestro. Su primoroso capote bordaba filigranas en la arena y el toro sumisamente parecía amoldarse a su capricho genial.

Su poderosa muleta escribía un poema en cada tarde y nadie, ni el propio Joselito, hubiera imaginado siquiera que una tarde de 1920 en la plaza Talavera de la Reina, un retinto toro -Bailaor- tendría que matarlo sin ninguna consideración.

Belmonte marcó otra época con un estilo escalofriante. A su maestría añadía un denuedo que rayaba en la imprudencia. Fue el «monstruo» que acortó distancias con el toro hasta pisar y dominar el terreno de su enemigo.

Todos le pedían que detuviera su carrera temeraria. Nadie lo decía, pero todos lo pensaban: ¿Cuándo morirá Belmonte, en qué plaza, en qué maldita tarde?

Belmonte se retiró de los ruedos invicto, como una leyenda rutilante. Su muerte fue trágica, pero nada tuvo que ver con el toreo.

Parece que mientras más se encumbra un torero en las riesgosas cimas de la gloria, más se consustancia con una suerte de existencialismo fatal.

En su porfía perfeccionista y estética acepta con estoicismo la inminencia de la muerte en cada lance.

Manuel Rodríguez, Manolete, ese otro coloso de la tauromaquia, definía así su peligroso oficio: "La única manera de trabajar es meterse entre los cuernos de los toros».

Guillermo González Luque, su mozo de espadas, refiere que el aciago 28 de agosto de 1947 en la plaza de toros de Linares, España, el gran Califa tuvo plena conciencia de que el fatídico miura Islero, que le había tocado en suerte, era un toro muy peligroso, pero que en ningún momento rehuyó el reto.

Aquella tarde negra, Manolete alternó en un cartel de lujo con Gitanillo de Triana y Luis Miguel Dominguín.

Su fiel mozo de espadas rememora así el último diálogo que sostuvo con el maestro incomparable:

- Matador, ese toro cabecea horrores, será mejor que lo mate de costado...
- Hay una sola forma de matar.

Manolete murió matando. A la hora de la verdad, ejecutando la suerte suprema. Aquella tarde había solo una forma de morir.

Muerte de manolete
MUERTE DE MANOLETE. El Califa en trance de agonía camino de la enfermería de Linares. (Foto: Cano).

El ritual trágico se reprodujo el último 1º de mayo con Manolo Montoliú.

El maestro José Ortega Cano y otros entendidos que estuvieron esa tarde en la Maestranza de Sevilla afirman que Cubatista era un toro de cinco años, demasiada edad para pedirle buenas intenciones, es decir, nobleza.

"Ese toro estaba muy entero, faltó picarlo más. Además no era fácil, no lo hubiera querido para mí".

Al preguntarle su opinión sobre Montoliú como banderillero (antes fue matador) Ortega Cano dice: "Lo puro, lo natural, lo grande.., para mi era el mejor sin menospreciar a los demás".

Pero cuando se le pregunta si considera que Montoliú se confió demasiado al banderillear en todo lo alto a un bicho que no embistió, que se quedó esperando con todo su poder asesino, Ortega responde escuetamente:

"Creo que Manolo se entregó demasiado".

Muy pocas son las cornadas fatales que se recuerden en el Perú. En los años 40, el matador Guillermo Rodríguez, conocido como 'El Sargento', murió en Cusco pero no a causa de una cornada, sino a que el toro le pisó una mano y el torero contrajo el mortífero tétanos.

Cornada de José Torres
TRAGEDIA. Torero español José Torres cogido severamente en Lima contra las tablas y junto al burladero. Con esta foto el recordado René Pinedo ganó el Premio Internacional de Fotografía EFE 1982.

En la década del 70, el banderillero nacional José Scotto, más conocido por la afición como 'Cucaracha' sufrió una horrorosa cornada en el abdomen que difícilmente se podrá borrar de la memoria de los taurinos de Acho.

Dueño de una fortaleza increíble, Scotto pudo sobrevivir a tan terrible cornada que le comprometió varios órganos vitales.

No por eso la pasión torera ha disminuido en el espíritu indómito de este torero peruano, hace unas tres temporadas lo vimos reaparecer en el albero de Acho, ya no tenía la misma destreza que lo llevó a la fama, pero allí estaba como siempre, buscándole la cara al toro y a la muerte.


VIDEO: Muerte y homenaje a Manolo Montoliú
 
Video en el que se recuerda a la figura del banderillero valenciano Manolo Montoliú. Realizado en 2011 por el 19 aniversario del fallecimiento del torero en la Plaza de Sevilla.

jueves, 19 de febrero de 2009

La profunda peruanidad de Conchita Cintrón

Conchita Cintrón se hizo peruana en Lima. Por circunstancias profesionales de sus padres nació en Antofagasta, pero desde los primeros meses de su vida legendaria se crió entre nosotros.

Conchita Cintrón y papá
"En brazos de mi padre (Lima)".

En Lima se enamoró del Perú, aquí se hizo torera en los potreros de La Legua desde los años 30 y aquí también se hizo amazona apasionada y devota de los caballos peruanos de paso. En las plazas del mundo siempre enarboló con legítimo orgullo la bandera blanca y roja. No lo decimos nosotros, no lo afirma algún biógrafo, lo sigue diciendo ella para la posteridad con su finísima y poética pluma.

Conchita Cintrón Equitación
"En un concurso hípico en Colombia".

Reproducimos aquí un bello y emotivo testimonio de su profunda peruanidad escrito por la Diosa Rubia del Toreo en su libro Recuerdos (Madrid, Espasa-Calpe, 1962. Prólogo de José María de Cossío) Publicamos también algunas fotografías de la colección de la propia Conchita que completan esta joya bibliográfica:


MI TIERRA

"Dicen que no hay extranjero que haya ido al Perú que no sienta la necesidad de volver.

Conchita Cintrón en el Tentadero de la Legua
"Sola, con mis ilusiones... en el tentadero de La Legua".

Lima es encantadora, limpia y fresca. Moderna, sin perder tradición, es antigua sin pasar de moda. Las casas coloniales y las callejuelas angostas mantienen su duende entre los rascacielos. Tampoco el cerro de San Cristóbal pierde su encanto frente a los Andes que, grandes y soberbios, sirven de marco a la ciudad.

Conchita Cintrón debuta en Acho
"Presentación en la plaza de del Acho, de Lima".

Los barrios residenciales, cubiertos de enredaderas, y los jardines que florecen todo el año, son fruto de las aguas del Rímac, que nace en las nieves perpetuas de la cordillera andina.

Conchita Cintrón en Sevilla
"Presentación en la Maestranza de Sevilla (España)".

Teniendo a su alcance la frondosa selva de la montaña, que se extiende hacia el oriente del Perú, el río Rímac escoge más bien las tierras áridas de las sierras para bajar, serpenteando, en busca del camino libertador hacia el mar. Dando vida a cada paso, regando alfalfares y fructíferos huertos, caña de azúcar y algodón, pasa por fin el verde oasis de Lima, llevando en su ritmo algo de la melancolía de los lejanos silencios, y en sus reflejos recuerdos de las llamas y vicuñas que bebieron en su lecho.

Desplante de Conchita Cintrón

"Un 'adorno' en la plaza de Bogotá (Colombia)".

Siguiendo su camino, el Rímac no tarda en divisar el Pacífico, que sobre las costas del Perú vive la lucha de un enamorado eterno. Cariñoso y respetuoso, besa delicadamente las playas arenosas de la bella ciudad; arrebatador y bravo, desafía los peñascos que la ocultan de su vista.

Conchita Cintrón en Bogotá
"Vuelta al ruedo en la plaza de toros de Bogotá".

Y por las alamedas ensombradas del atardecer limeño, la brisa de la sierra trae ecos del gemir de quenas, que se funden con los comunicativos ritmos de las "marineras" costeñas. Surgen los valses criollos, el baile gracioso y sentido, el airoso pañuelo... Suenan la guitarra y el cajón... Se arma la jarana, con sus dichos pintorescos... Pasa algún chalán en su caballo de paso nacional. ¡Hay que ver cómo anda el bello animal, haciendo de sus grandes crines una aureola y de su cola una nube! Su jinete -que quizá haya sido el mejor de Amancaes- echa sobre su hombro el poncho y desmontando ágilmente, hace sonar las pesadas espuelas de plata. Aproximándose, jacarandoso, se quita el sombrero.
- Acérquese, compadre -le dice algún amigo.

Juan Belmonte y Conchita Cintrón
"En compañía de Juan Belmonte".

Y por las sierras, al amanecer, cuando las alpacas miran asustadas la sombra de algún avión, el pasado y el presente se cruzan como los cóndores con las ovejas.

Conchita Cintrón. Muerte de Paladino
"Muerte de mi caballo Paladino. Se notan en la fotografía mis espuelas y mi cabeza debajo del toro".

En esta tierra desembarqué para pasar allí mi niñez y llamarla después mi patria".

Plaza de toros llena de niños. Conchita Cintrón
"El espectáculo más bello que haya visto: una plaza de toros llena de niños".

Conchita Cintrón en Azores
"Saludo al público en una plaza de toros de las islas Azores".



Más sobre CONCHITA CINTRÓN

miércoles, 30 de julio de 2008

Quito espera a Fernando Roca Rey en un Festival nocturno

(Quito/EFE). La afición taurina de Quito espera con expectación ver al diestro peruano Fernando Roca Rey quien actuará mañana jueves en un festival nocturno en la Plaza Belmonte, la más antigua de la capital ecuatoriana.

"Existe gran expectación por ver a Roca Rey en su debut en la capital ecuatoriana", dijo José Luis Cobo, administrador de la Plaza Belmonte, después de indicar que el torero ya se encuentra en Quito.


Cobo recordó que el diestro peruano alternará con los ecuatorianos Mariano Cruz Ordóñez, Diego Rivas y Juan Francisco Hinojosa. Se lidiarán toros de Puchalitola.

El empresario advirtió que las localidades están por agotarse y anticipó que podría haber "un lleno hasta la bandera" el día del festejo en la Plaza Belmonte, ubicada en el centro histórico de Quito.



Foto: Toros Chota de Segundo Wilson Pérez

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