Así lo relató el escritor, dramaturgo, periodista y pionero de la radiodifusión peruana Antonio Garland Sánchez en su libro Lima y el Toreo, publicado en 1948. Allí se reproduce el cartel de la primera corrida de toros del Perú libre e independiente.
La obra de Garland desborda el tema taurino pues explora con sencillez y acuciosidad algunos pasajes de la historia peruana. En ella se da cuenta de que fue el sabio independentista Hipólito Unanue, en 1817, quien gestionó el traspaso de la plaza del Acho al Hospicio de Pobres (hoy Beneficencia de Lima, a la que todavía pertenece).
En el relato de las primeras corridas de la naciente república se aprecian las manifestaciones de la más ferviente peruanidad: "Y en el militar desfile acostumbrado antes de la corrida, esta vez no se presentaría a los godos opresores, sino a los gallardos granaderos argentinos confundidos con los bravos hijos de la patria que todo lo habían sacrificado para cumplir con su deber. Y, cuando en medio de la fiesta de la sangre, entre los vítores y aclamaciones al gran argentino y a los buenos peruanos, surgió la parte cómica del programa no era extraño contemplar sobre los lomos de un overo de Huacaní que asomara un mico provocando a risa en los tendidos porque lucía un uniforme real, y los parlampanes y papahuevos(*), desfilaban por el ruedo disfrazados, asimismo, de figuras grotescas de inquisidores y cabildantes".
Entre 1821 y 1826, la recaudación proveniente de las corridas de toros en Acho fue destinada al ejército libertador y a la compra de navíos para la nueva república. En el libro de Garland también hay un capítulo dedicado a Simón Bolivar, "Un gran aficionado a la tauromaquia".
(*) Glosario:
Parlampanes y papahuevos: Habla de ellos don Ricardo Palma en su tradición De potencia a potencia: "La danza de gigantes parlampanes y papahuevos, los grupos de pallas, y las cofradías de congos, bozales, caravelís, angolas y terranovas, fueron suntuosas. Cada señora de Lima se había encargado de vestir y adornar con sus más ricas alhajas a uno de los farsantes. En las danzas lucía la competencia del lujo".
Suerte de mojarras: Según la Historia taurina del Perú, publicada en 1936 por José Emilio Calmell, era una antigua y cruel suerte, ya descartada del toreo moderno, que consistía en traspasar al toro con una gran lanza que se le incrustaba sobre las patas delanteras a la altura de los órganos nobles.
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