lunes, 8 de noviembre de 2010

Vergonzoso indulto

Entretenida, pero accidentada novillada

¿Quién gana con el indulto? Realmente, nadie. Un novillo que probablemente nunca llegue a ser semental. Un falso triunfo que se diluirá como irrelevante. Ni el ganadero, ni el torero, ni la empresa. Nadie.

- Enlace a la página taurina publicada hoy por Pablo J. Gómez Debarbieri en el diario Correo

Retornar a Acho cada año se convierte en una placentera peregrinación. Una satisfactoria renovación de la fe del aficionado. Un recorrido que se hace cada tarde con la emocionante expectativa de poder ver, una vez más, un espectáculo que es como la vida misma. Una emocionante y cautivante lucha desigual entre la inteligencia y la fuerza bruta, en la que nadie conoce cuál será el desenlace hasta que la corrida concluya. Si algo no hiciese completa la dicha, ello sería el corto número de corridas que componen estas últimas ferias, ésta incluida. Una novillada y sólo cuatro corridas saben a muy poco.

Actuaron ayer un novillero francés que venía de triunfar en España, el bisnieto, nieto, hijo y sobrino de una larga dinastía de famosos toreros mexicanos, junto a un joven cajamarquino que actualmente es el novillero peruano con mayor proyección hacia el futuro.


Dufau es un torero enterado y muy placeado. Tanto, que ante un novillo tan cómodo, pero tan bravo como el primero que le tocó en suerte, estuvo demasiado sobrado. Se equivocó al no darle importancia a lo que él mismo hacía frente al novillo. Dio la sensación en ese bonito, bravo, aunque muy terciado novillo, que era un adocenado pegapases más. Mucha cantidad y nula calidad. Sin embargo, en su segundo enemigo, alguien lo aconsejó adecuadamente y salió con otro enfoque. Se gustó a sí mismo, lució al novillo y logró cuajar lo mejor de la tarde. Toreo de calidad. Elevada calidad. Naturales reposados y largos. Templados, profundos y con mucha clase. Pero a la hora de matar perdió de vista la necesaria tranquilidad y apresurándose, pinchó dos veces, desbaratando una valiosa faena de dos orejas. Estas sí, de verdad...

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